miércoles, 11 de febrero de 2015

(Reflexión) Las mascotas y.. los virus (de sus amos)

Amaneció un día nublado, frío... ni siquiera los pájaros cantaban y yo parezco adicta a empezar los textos hablando del amanecer. Perdonadme si no estoy muy fina, pero es que he pillado un virus (o al menos, tengo los síntomas) y:
a) Me chasquean los dedos, da su mal rollo y yo me estoy riendo.
b) Me duele todo el cuerpo. Hasta las uñas (bueno, uñas no... por ahora)
c) Hace solo un rato que he regresado a la consciencia y quería escribir este blogpost. Así que al turrón: ¡Las mascotas!

Para aquellos que no lo sepan, yo tengo una podenca de dos años y medio a la que adoro y quien me adora a mí, o eso me gusta pensar. Y aunque es bastante suya, es muy mimosona y de vez en cuando tiene sus ratitos de monura absoluta. Y, a menudo, esos ocurren cuando no me comporto como debería.

La última vez que yo no me encontraba bien (que dormí la siesta, cosa que yo nunca hago) se vino la dama a acurrucarse contra mí en un hueco dónde no cabía ni media ella. Pero hizo equilibrios y se apretó: era como tener una estufita. Ese día, como tenía que estudiar, no le dí muchas vueltas. Pero hoy, que encima andaba yo medio dormida y caminaba como podía, la tenía totalmente preocupada: pendiente de mis pasos y lamiéndome cada vez que despertaba, acurrucada detrás de mí.

Y yo, gran amante de los perros, me pregunté (o mejor dicho, me intenté explicar) el porqué. Creo que los perros tienen sentimientos y una cierta inteligencia (si consideramos que cualquier ser capaz de aprender es inteligente) que la fiera, Tasha, me ha demostrado claramente en numerosas ocasiones, sobretodo en agility: si puede salirse con la suya, se sale. Si puede hacerlo con menos esfuerzo, buscará el modo.

Pero volvamos al tema. ¿Por qué reacciona así? A mí me gusta pensar que es porque se preocupa por mí. No porque esté enferma, porque dudo que ella conozca ese concepto, sino porque no actúo como siempre. No me muevo igual, no hablo igual y quizás no huelo igual. Y a ella, como a todo ser social, le preocupa que un ser al que aprecia se comporte extrañamente. Y honestamente, me conmueve que deje de ser "Saltitos-Tasha" para ser "Estufacanina-Tasha".

La verdad, me gustaría poder decirle que estoy mejor, y que en un par de días estaré como nueva. Pero creo que lo sabe: ahora que estoy sentada y con el batín, ante el ordenador (como todos los días) parece mucho más tranquila.

No hay comentarios:

Publicar un comentario